La presencia es el acto de separar el Ser Superior del ser inferior. En esos momentos levantamos el velo y vemos a través de nuestro tercer ojo, sin experimentar nuestras vidas a través del filtro del ser inferior, con todas sus opiniones y reacciones. Pero esta es una separación momentánea y sólo con esfuerzo y un largo trabajo podemos aprender a prolongar estos momentos y mantener el velo levantado.
Y si un momento de presencia produce tanto, entonces, una presencia prolongada y, sobre todo, un estado de presencia permanente, debe significar un ser completamente distinto, algo que todas las tradiciones espirituales tratan de describir como “iluminación”, “despertar”, “nirvana” y “el Reino de los Cielos”.
Aunque parezca imposible de alcanzar, es accesible ahora. Cuanto más aumentemos nuestra habilidad de estar presentes, más se transformarán nuestras vidas. La presencia nos permite trabajar desde adentro hacia afuera, en lugar de desde afuera hacia adentro. ¿Porqué tratar de cambiar lo externo, el ser inferior, que solamente va a morir? Nuestro Ser Superior nos conecta con lo divino, y solo esto tiene la posibilidad de sobrevivir la muerte.