Estar presente es simple, pero no es fácil. Si tratas ahora de estar presente por treinta, o incluso diez segundos, verás lo difícil que es. Cada destello de presencia es inundado rápidamente por un torrente de pensamientos, emociones y asociaciones fortuitas llamado “imaginación”.
Cuando estamos presentes, esta charla interior se acalla y nuestro Ser Superior aparece fugazmente, mirando a través de nuestros ojos y oyendo a través de nuestros oídos. Nuestro ser inferior ordinario ve esto como una invasión hostil y de inmediato genera imaginación para velar una vez más al Ser Superior.
El ser inferior dentro de nosotros, y dentro de las ocho mil millones de personas que nos rodean, ensalza continuamente lo externo: hacer y hacer, planificar y evitar. Sin embargo, con el tiempo vemos que nuestro mayor desafío es la batalla interior—la batalla dentro del momento para valorizar el estado de presencia objetivo y sin palabras por encima de nuestros pensamientos y emociones habituales, nuestro sentido del “yo”.
Poner nuestra identidad en la silenciosa presencia en lugar de en nuestras opiniones, emociones y hábitos recurrentes: este es el cambio más radical que un ser humano pueda experimentar.